Creer que puedes cuestionar a todas las personas sin conocerlas, es un error grave. Te cierra las puertas para conocer a quienes te rodean. Te sientes enorme delante de las pequeñeces de otros. Ser victima de cuestionamientos injustos, es peor. Te convierte en ese ratón perdido en un labertinto sin salida que muere de resignación porque sabe que encontrar la puerta al mundo exteriror es una utopía. Te quedas sin aire porque todo el mundo espera tu reacción.
Callas. Es lo mejor que puedes hacer en este momento. Ahí aparece lo que conocemos como tristeza.Es entonces cuando el 'Periodismo Hecho Hombre' emite sonidos, no palabras. Tú suspendido en la burbuja de la impotencia crees que puedes volar, pero sin darte cuenta te estrellas y se estalla. Ves la realidad. Las preferencias brotan por la piel y las injusticias se hacen cada vez más reales: No eres nadie. Lloras. Reflexionas como Juanes acerca de la frase 'La vida es un ratico'. Es real, es un puto ratico que sientes eterno y que amaga con un final, pero simplemente es incierto.
Ahora todo es nítido. Te vuelves un todo expuesto al mundo, sin importarle en verdad a nadie porque eres sólo el aire que pasa por un día de primavera. Notas quien ciertamente está de tu lado... No hay nadie. Despiertas aún más.
Anhelas ver el final, no obstante el Premio Pulitzer te acecha y no hay escapatoria de su poder pues te hunde cada vez más adentro de ese hondo laberinto. Le aclaras que quizá fue un error haber llegado hasta aquí, finalmente lo hiciste por tus propios medios, aunque a nadie le interese eso, sólo deseas que el tiempo lo diga todo y que cada quien pague el precio de sus equivocaciones. Una lágrima corre por tu mejilla.
Das vuelta en el laberinto y ves lo más parecido a la felicidad. Piensas en que llegó el final feliz de esta historia, pero es ahí que despiertas. Todo era un maldito sueño que te dejó sin aliento. Sales a la calle como es costumbre, aunque sientes que algo es diferente.Sí, algo ha cambiado: tu destino es Fortín de las Flores.
