28 oct 2011

"No soy mujer por un seno"

Jacqueline Aviléz
El Mundo de Córdoba

"No soy mujer por un seno", dice Rocío todos los días al mirarse al espejo, luego de haber sido operada en octubre de 2008, en un procedimiento médico en el que le quitaron la mama que tenía con cáncer, pues tal como ella misma lo afirma "era la única forma que podía evitar que me avanzara".
Y es que siendo de 45 años de edad, nunca se imaginó que sería víctima de este mal silencioso que durante mucho tiempo hizo que sintiera malestares, sin embargo, a pesar de realizarse estudios y hasta ultrasonidos, "no salía nada".
"Creo que es otro mito o tabú que la mastografía te la hacen cuando ya tienes 50 años. Gran mentira, nos debemos informar bien y nos deben informar más los médicos porque a mí no querían hacérmela. Comencé a sentir mal a los 37 años y me dijeron que no era la edad para hacerme una mastografía", explica al recordar cada una de las veces que insistió a los doctores que no se sentía del todo bien, no obstante, nunca sintió bolitas en su pecho, más que "unos piquetitos en las piernas y a la altura de dónde tenemos el corazón".

'Se te va la vida en un instante'
Rocío detalla que nunca olvidará el momento en el que vio el resultado positivo al cáncer. Su respuesta fue el silencio y las lagrimas que no dejaron de correr, como ella misma afirma: "Lloré, creo que como muchas porque tú no esperas que te digan que es maligno tu tumor. Tenía la esperanza hasta el final de que me dijeran que era negativo pero cuando el médico me dijo lo contrario, sentí que el mundo se me derrumbó. Guardé silencio, le dije al médico: "bien, ¿qué sigue?", me respondió: "operar, extirpar el tumor".
Así, un 14 de octubre le fue retirado lo que "ante la sociedad, nos hace más mujeres". Relata que la cirugía fue exitosa. No obstante, el choque emocional más fuerte "es cuando te ves mutilada. Se siente terrible pero lo empiezas a asimilar cuando reflexionas acerca que no eres mujer por un pecho, esto es algo tú misma te lo debes de decir, no los demás, porque comienza una lucha interna por salir adelante".
Posteriormente, inicia el largo peregrinaje de las quimioterapias y de las sesiones de radiaciones que debilitan cada parte del cuerpo. Rocío asegura que es cuando se tiene que pelear más por vivir, ya que "son fuertes, sobre todo los 5 días después de la cita cuando te dan los vómitos, te debilitas, pero te tienes que cargar de mucho valor. Las mías fueron seis sesiones de quimioterapia. Al final dices que ya no quieres llegar, sin embargo, las tienes que hacer para mejorarte".
Sobre todo, indica que este es un momento crucial porque se cae el cabello, y "siendo mujeres, por naturaleza somos muy vanidosas, que se te caiga el cabello, es otra etapa muy difícil de vivir, es un aspecto psicológico delicado de afrontar porque te hace sentir menos".
Rocío sostiene que para soportar cada uno de los instantes más dolorosos en la lucha contra este mal, es el apoyo familiar. En su caso, expresa que sólo contó con la fuerza otorgada por sus hijas de 16 y 10 años, además de sus hermanas y amigos, mientras que su esposo, la abandonó.
"Hoy no me da pena platicarlo. Yo no tuve el apoyo de mi esposo, no conté con él para nada. Conté con el apoyo de mis hijas, de mis familiares y amigos. Pero de él, cero. Hasta la fecha, no sé qué fue de él. Mi vida ha sido tan bonita, tan bella porque sé que no estoy sola que tengo amigos, familia, hermanos y mamá que me apoyan", declara.

'Una vida de esperanza'
Ahora, luego de dos años de seguir un tratamiento riguroso con Tamoxifeno, precisa que todo gira entorno al deseo de vivir y de ver crecer a sus dos pequeñas. "Entendí que el cáncer no es una palabra de muerte, son totalmente contrarias. El cáncer detectado a tiempo es curable, te impulsa a querer luchar por un día más de vida", menciona sonriente, mientras insiste en que no le da pena que le digan que padece este mal, al contrario "quiero que todo el mundo sepa que sigo viviendo".
Rocío aún siente temor de que algún día vuelva a aparecer este mal cancerígeno. "Vive uno con miedo porque no se espera que salga otra vez, se puede pasar a la otra mama, o se puede ir a los pulmones que es lo más cercano que tenemos. El temor hace tu vida ya no vuelve a ser la misma pero lo llevo con tranquilidad. Hasta ahora todo ha salido bien, confío en que así continúe".
Por esto, considera que las mujeres que padecen de cáncer de mama no se atreven a decir lo que les está pasando, "se lo guardan celosamente. No quieren decir nada. En Córdoba no soy la primera, ni la última. ¿Dónde están las demás?, ¿Por qué se esconden?, ¿Por qué no dicen para apoyarnos en este momento difícil?"
Razón por la cual, manifestó su deseo de llevar a cabo un grupo de apoyo para mujeres que tengan este cáncer, en el que se puedan "contar nuestras experiencias y hacer un llamado a quienes lo están padeciendo, que nos diga para estar en apoyo porque ya uno sabe en carne propia lo que es el cáncer, no sólo el de mama, todos deben de ser igual".