6 ago 2015

Colombiana en México

Los días pasan y la indignación sigue presente. Sí, sigo pensando en ese multihomicido donde callaron a la libertad y se visibilizó la discriminación que vivimos diariamente al ser mujeres periodistas, activistas, empleadas domésticas o simplemente colombianas. Somos invisibles en un mundo de hombres.

En mis cavilaciones, continuó dándole vuelta a un hecho que a todos nos extremece pero que en unos días dejará de ser importante porque será desgastado.

La gente seguirá pensando que hubo algo turbio y que todos los que estaban en ese departamento de la colonia Narvarte están relacionados con el crimen organizado.

Será castigado un chivo expiatorio y nunca conoceremos qué fue lo que realmente pasó. ¿Ajustes de cuentas, persecución, corrupción? No lo sabremos y nos conformes con esto sin mayor inconveniente, sin pensar que éste nivel de violencia y represión puede llegar a cualquiera de nosotros.

¿Por qué no podemos pensar en todo lo que se nos oculta? ¿Por qué hasta ahora -seis días después del hecho- el gobierno defeño da a conocer el nombre de la extranjera? ¿Por qué no se encontró nada de ella en el departamento, más que un vehículo que seguro lo tenía por prostituta?

Las autoridades siguen creando cortinas de humo en una sociedad acostumbrada a la fantasía de los medios y las telenovelas. Moralmente será castigada 'la colombiana' por ser colombiana y por llegar a este país con esperanza de tener un mejor futuro.

Éste sólo será un episodio más en realidad criminal que vive México y la verdad es ocultada en nuestros propios ojos sin que nadie diga absolutamente nada. Los que se atrevan a protestar, en un tiempo serán callados también.

Todos están indignados por la muerte del fotoperiodista Rubén Espinosa y de la activista, Nadia Verá. Yo también lo estoy, pero ¿Dónde estamos los colombianos para exigir que se esclarezca la muerte de una compatriota que pudo ser familia de cualquiera de nosotros? ¿Dónde estamos para defendernos?

Me molesta que el ser colombiano siempre esté relacionado con las drogas, el narco y Pablo Escobar. La muerte de esta colombiana es un ejemplo más de que para el mundo no somos más que drogadictas o putas. Sí. Lo veo a diario cuando me preguntan y ¿qué haces aquí? De seguro, que traes de 'la buena' o intentan propasarse porque vas a caer fácilmente.

Esto humilla. Hiere. Colombia ha vivido por años un clima de violencia y masacre, gracias a esa mercancía de calidad. Esto lo vive igualmente México y los mexicanos siguen sin reaccionar.

Siento ese pálpito fuerte de que a éste noble país le quedan muchos años de crímenes y corrupción, y que todos estarán contentos siempre y cuando gane el América o que la Iglesia Catolica sigue viva.

Este clima de inseguridad lo veo a diario en Veracruz, estado que me recibió desde 2010, año en el que Javier Duarte de Ochoa llegó al poder y donde han matado 13 periodistas.

En Veracruz hay persecución si no estás de acuerdo con el sistema. Todos los días hay muertos en las calles y el reportero tiene que estar a merced de la línea que dé el matón de turno que está a cargo de 'la plaza' o liderazgo en la venta de drogas.

Pero lamentablemente de seguro que si mi vida llegara a correr peligro, sería por ser colombiana. No porque hay corrupción en el gobierno. No porque hay violencia. No porque no hay libertad de expresión en Veracruz. Será por ser originaria de un país que todavía quiere luchar contra la droga y la guerilla.

Pienso en todo eso cuando veo las noticias sobre el asesinato de la Narvarte. Pienso en la colombiana que tenía casi la misma edad que yo y que murió siendo una desconocida. Pienso que en cualquier momento me puede pasar lo mismo y quedar durante días o meses en una morgue siendo la culpable de la muerte de cuatro personas más.

Las mujeres siempre tendremos que pagar un precio alto, más cuando estamos viviendo en medio de este conflicto armado.