Comprendí que el destino lo hacemos nosotros y que no es fácil, nada es fácil. Hay que ser fuertes para enfrentar lo que venga, sensibles para disfrutar lo que se presente y amar todo como Dios permita que pase. Hoy entiendo que la firmeza de espíritu la podemos lograr siempre que querramos ser excelentes.
Hay tanto por qué agradecer. Éste lugar ha complementado mi formación. He llorado, he sufrido, he sentido y aquí sigo. Firme y con ánimos de seguir adelante. Quizá no soy lo que muchos quisieran pero al menos puedo ser feliz con lo que veo en el espejo todos los días.
Aquí he conocido personas que nunca olvidaré, pues son de ese tipo que te marcan el corazón y la vida. Creo que me falta aprender a desprenderme, a decir adiós. Siempre hay caminos que tomar y nuevos conocidos por hacer. Sólo que aún no quiero. Seguiré el tiempo que sea necesario. Hay una meta que cumplir y muchos sueños por los que luchar.
A cuatro días de otro nuevo cumpleaños, de otro año más de vejez, sólo puedo decir: Gracias.