Sentir el aire fresco, conocer la historia de la región y ver el Metlac de cerca es una experiencia sin igual. Esta fue mi reacción al interesarme un poco más por saber qué contenía las entrañas de este maravilloso lugar, en donde se puede experimentar totalmente la paz interior por el contacto real con la naturaleza. Así me sentí. Llena de vida y de múltiples intenciones de apoyar la preservación del medio ambiente.
Siendo el punto de encuentro la enigmática estación del tren en Fortín, los presentes se prepararon con lo suficiente para ir, ya que después de iniciada la travesía desde el Volcán al Río Blanco por el Metlac, no había regreso. De esta manera, con zapatos de montaña y ropa cómoda, los casi 200 caminantes siguieron esta antigua ruta del ferrocarril, en busca de ese algo diferente que te hace pensar que ceder ante el cansancio, nunca fuese una opción, a pesar del extenso recorrido.
"Será un viaje sin igual porque los ríos son las venas de la tierra y las cuencas, como esta, son espacios de confluencia social y biodiversidad", dijo el presidente Emilio Zilli Debernardi, presidente de la asociación civil Vecinos y Amigos del Ambiente y el Patrimonio Cultural, quien organiza año tras año, eventos como este.
La lluvia, la humedad, el sol y el constante resplandor hicieron presencia durante las más de tres horas de viaje, debido que el clima variante de la región, se sintió mayormente acentuado en esta zona de bosque tropical, en el que el río fue el principal protagonista, debido a que los asistentes estuvieron siguiendo su cauce. Los restos de la primitiva vía férrea cautivaron a más de uno. Silenciosamente recuerdan la historia de dos municipios que compartían los mismos recursos y esfuerzos por salir adelante. Sin embargo, ayer los presentes sólo vieron pedazos de madera pudriéndose y a punto de caer.
En el camino, las reflexiones sobre el cuidado de la naturaleza no se hicieron esperar. "Queremos un mejor lugar en donde vivir, por lo que está en nuestras manos cuidar lo que le queda a nuestros hijos", mencionó una madre de familia de la comunidad de Xocotla, de Chocamán, presente en todo el camino. Al llegar al punto final, la hacienda de Zapoapita para ver la unión de los dos ríos más importantes de la región, el blanco y el Metlac, los rostros de los caminantes cambió ante el espectáculo de contaminación más grande de todo el recorrido ecoturístico: un afluente lleno de desperdicios por parte de grandes empresas de Orizaba.
Sólo se escucharon fugazmente las siguientes palabras de exhorto: "Tenemos que dejar de ser cómodos con nuestra situación, el mundo cada vez está más dañado, por lo que debemos gestionar los proyectos necesarios y educarnos porque aún estamos a tiempo de hacer algo por el planeta", concluyó el organizador.