Nunca pensé que a mis 24 años estuviera viviendo en tierras mexicanas, completamente sola. Bueno, ni tanto. Hoy comparto una vida internacional con gente de España, Argentina, Perú, Venezuela, y por supuesto, México, con los que he creado entrañables lazos de amistad, y por qué no, de afecto.
Cada uno de los momentos vividos con ellos, han quedado marcados en mi mente, pues poco a poco hemos sido familia en unas tierras extrañas, donde sólo nos ha quedado aliarnos los unos a los otros porque la soledad hace estragos si te dejas de ella. Creo que esto ha cambiado mi visión del mundo, aún más, ya que la verdad, imaginé estar cumpliendo esta cantidad de años, en Colombia, quizá con un buen empleo y haciendo lo que hacen todos los demás. Sin embargo, vivo al extremo.
La vida en este maravilloso país es diferente a lo que me imaginé, debido al cúmulo de elementos que tiene su cultura que le hacen rico en todos los aspectos, y sobre todo le hacen diferente a todo lo conocido hasta el momento. Me gusta todo de México.
Su gente, su comida, sus cantinas y su tequila, han hecho que me haya enamorado de cada detalle que he visto en los últimos siete meses lejos de casa. Hoy ya no me siento extraña, ahora puedo sentir que estoy donde debí estar porque esta experiencia ha hecho de mí, alguien diferente, quizá un poco más madura, pero definitivamente intrépida.
Ya no hay miedo al futuro, a la soledad o al fracaso, se vive lo que se tiene que vivir, y las situaciones se afrontan como vengan. El temor quedó atrás cuando decidí ser feliz y ser yo misma en las tierras manitas. Por eso, hoy puedo decir que México es mi segundo hogar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario