México cambió mi
vida. Dejar atrás a Cartagena de Indias para tener múltiples experiencias en
uno de los países donde más se dan asesinatos a periodistas, desde el principio,
fue todo un reto.
Me descubrí amando
el periodismo en la misma calle. Nunca imaginé que esta profesión me generara
tantas pasiones y deseos servir a la sociedad, pues desde que comencé mi
formación profesional en la Universidad de Cartagena, pensé que me dedicaría a
estar detrás de un escritorio ó quizás trabajar para políticos. Pensaba que
necesitaba algo ‘tranquilo’ en lo que pudiera desarrollarme.
Sin embargo, con el
paso del tiempo, he aprendido que ser reportero es poder ayudar a los demás y esto
día a día da sentido a mi vida. Lo supe cuando comencé a reportear en las
calles de Córdoba en Veracruz, en la llamada ‘Ciudad de los 30 Caballeros’. Un
lugar lleno de historia que definitivamente cautivó mi corazón.
Ahí en medio de la
presión gubernamental y gran corrupción en el gremio periodístico, empecé mi
carrera reporteril sin tener idea a lo que me enfrentaba porque nunca había
entrevistado a alguien. A partir de ahí, he estado viviendo con la adrenalina
al máximo, al tener la oportunidad de desenmascarar a los corruptos, aplaudir a
los buenos y vivir de cerca cada una de las necesidades que tienen los demás.
No me arrepiento. Ya
van casi 3 años desde que dejé Cartagena y que comprendí que la vida va mucho
más de lo que creía. Antes, me dediqué a cuestiones organizacionales y a
participar en asociaciones juveniles que impulsan el liderazgo. Esto me llevó a
donde estoy ahora.
En Veracruz, el
panorama que tiene cualquier persona cambia. En el gremio periodístico, lo
único que tenemos seguro es que sí estás del lado del Gobierno, te irá bien. De
lo contrario, te ganas el odio del Javier Duarte de Ochoa, gobernador en turno
y militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien tiene
comprada a casi toda la prensa en el estado. Aquí, definitivamente no existe la
libertad de expresión.
A diario podemos ver que los medios publican
la foto que él quiere y las notas de sus acciones que considera oportunas. Así,
las portadas de los medios locales y estatales se encuentran plagadas de “lo
bueno” que son los gobiernos priistas.
Esto aunado a todos
los hechos de violencia que se presentan a diario, a consecuencia de la guerra
entre el gobierno y la delincuencia organizada. A ellos tampoco se les “toca”,
ni se les menciona si quieres vivir en tranquilidad. Esto deja en consecuencia
un periodismo vacio.
Este tiempo, me ha
tocado evidenciar cada uno de los fraudes de la administración de turno de un
municipio pequeño llamado Fortín de las Flores, mismo que se encuentra a unos
minutos de Córdoba. Gracias a ello, he vivido insultos, amenazas, agresiones y
hasta calumnias por dedicarme a
esclarecer las acciones corruptas que tienen los gobernantes y cada uno de los
robos hacen del dinero de los mismos ciudadanos. Siempre he creído que la
verdad debe saberse, aún cuando se arriesga demasiado por ello.
Esto según me ha
permitido por la casa editorial en la que trabajo porque desgraciadamente nadie
se libra de los convenios de publicidad con el Estado priista.
A pesar de todo,
aquí sigo. Siento que lo más gratificante es que las personas en la calle son
quienes más reconocen el trabajo y lo mucho que te esfuerzas para ello. Es por
esto que quiero seguir capacitándome y ésta es una oportunidad para que eso se
dé.
Quisiera que la
Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano me permitiera aprender del maestro
Miguel Ángel Bastenier. Alguna vez leí en la universidad sus clásicos textos
del libro ‘El Blanco Móvil’, mismo que con cariño y respeto, guardo en mi
biblioteca mexicana y que considero como base para emprender el camino de
escribir en medios impresos.
Por eso y mucho más,
quiero que se me tenga en cuenta para estar en mi ciudad con los míos, aprender
nuevas visiones, crecer con ustedes, pero sobre todo, disfrutar de lo que más
me gusta hacer en la vida: el periodismo.
Gracias por la
oportunidad.
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