Es indescriptible la paz que siente mi alma, aunque mi corazón todavía esté en un proceso de sanarse. Claro, hablamos de heridas acumuladas durante más de 25 años, eso no es curable de un día para otro. Soy fiel creyente en los milagros.
Yo era un príncipe que siempre se creyó mendigo, un ser inferior que nunca iba a ser amado, a prestar de creer firmemente en el poder del amor. Hoy lo compruebo y veo poco a poco desaparecer mis fantasmas, mis demonios. Hay un 'nosotros' que me hace feliz y pensar en el futuro.
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