8 nov 2013

Hablando de adioses

Hoy tuve que decir nuevamente adiós. Éste ha sido uno de los más extraños. Aún no sé el porqué esta persona se despidió de mí pero acepté su decisión y le bendije. En ese momento supe que no había más que hacer que dejarle ir. ¿Se habrá vuelto esta una costumbre dolorosa e hiriente? 

No lo sé. Lo cierto es que con el tiempo, he aprendido a despedirme de los demás. Nadie es eterno e imprescindible en este mundo, ni en nuestras vidas. Hay que aprender con lo que se tiene ahora, sin anhelar un futuro desconocido y un pasado que ya no es, y que nunca volverá a ser. 

Los adioses se presentan cuando esa persona ya ha cumplido su labor en nosotros o cuando tenemos una visión que realizar. Nunca lo entendemos, nos duele hasta que la misma vida va mostrando el camino. Ahí tardíamente se comprende todo y volvemos a comenzar, a seguir despidiéndonos de un sinnúmero de cosas, personas y lugares. Esto hace parte de nuestro crecimiento.

Yo, que siempre le había huido a las despedidas, déjeme decirle querido lector, que cada vez que digo adiós siento que se me escapa un poquito de vida. Dejo algo de mí en eso que se va y trato de seguir adelante, pensando en mí. Sólo en mí. Esa es la enseñanza de hoy. 

No hay comentarios.: