29 oct 2013

Confesiones de un jodido insomnio III

Nunca pensé que las novelas mexicanas fueran el reflejo de lo que pasa a diario en este país. Hoy, a casi nada de cumplir mi tercer año en tierras 'manitas', pienso que éstas se queda cortas.

Desamores, engaños, mentiras e infidelidades hacen parte de la vida cotidiana de México. Aquí, el concepto de lealtad es conocido por unos pocos que se mantienen al margen de la realidad. Quizá vivimos en un mundo paralelo que se resiste a terminarse o, en su defecto, mutar.

Es increíble ver cómo las grandes familias viven una completa farsa. El marido, típico macho mexicano que suple las necesidades de su hogar y es excelente padre, sale a la calle a 'echarle el perro' a todo lo que tiene falda y se mueva. ¿Bajo qué intenciones lo hace? ¿Es sólo para satisfacerse? ¿Por qué actúa como un animal si lo tiene todo en casa? Son algunas de las preguntas que me hago a diario. Sí, a mí me ha tocado lidiar con un sinnúmero de situaciones como estas. Aún no lo entiendo.

Tienen grandes mujeres con ellos que lo han dejado todo por ser lo que necesitan, al punto de perderse. Luego se sienten viejas, dejadas y malditas por el ciclo de la vida que las ha dejado inútiles con el paso de los años porque ya no pueden parir. Sin embargo, no todas padecen del mismo mal.

Existen las cabronas que se ocultan bajo su vestimenta de moralidad. Se casaron jóvenes y siguen viéndose jóvenes pero sus maridos han dado el 'viejazo' y ya no las satisfacen. Ellas, aburridas con sus vidas, salen a buscar todo tipo de aventuras en la calle.

Es entonces cuando medito en el futuro de los niños que crecen bajo estos dos conceptos. ¿Qué les espera cuando su concepto de lealtad es tan superfluo? ¿Se acabarán las buenas relaciones? Nadie puede adivinarlo. Yo, por mi parte, me tomo un break a todo esto. No más relaciones distorsionadas y negativas. Sólo acumulan heridas y malos recuerdos.


No hay comentarios.: